jueves, 14 de agosto de 2008

Sueños olímpicos


Estos días con tanta olimpiada la verdad es que se le esfuman a uno las ganas de escribir. Siempre he sido aficionado a los deportes, aunque también es verdad que practico muy poco, casi nada, mejor dicho, nada de deporte. En mi casa llevábamos casi un año sin tele, por vagancia también. Se movió la parabólica de sitio y ninguno de los que en ella residimos nos dimos a la tarea de arreglarla. Pasábamos olímpicamente, nuca mejor dicho. Dos días después de la inauguración le comenté a mi mujer que ahora si que merecía la pena hacer algo porque echaba de menos las olimpiadas. Nos pusimos a la tarea y por fin lo hemos conseguido.
He visto los cinco oros de Michael Phelps, y me ha entrado un gusanillo por la natación que no puedo evitarlo. Me pasa siempre que veo competiciones de alto nivel. Recuerdo mis años mozos, campeón nacional de Cuba de natación en las categorías de 9-10 años, 11-12 y 13-14. Luego abandoné la escuela de deportes, no soportaba los entrenamientos que se me hicieron cada vez más y más aburridos. La pésima alimentación, las pastillas que nos daban los alemanes, las inyecciones que nos ponían cuando se acercaba algún evento internacional de tipo centro americano que es a lo máximo que pude aspirar. Puro doping que las autoridades cubana nunca reconocerán, pero yo lo sé porque lo sufrí en carne propia siendo un niño.
Ahora ves a todos esos monstruos, porque eso es lo que son, como nadan, los bañadores que en Cuba llamábamos trusas y como me gustaría estar en su lugar. Siento envidia y no puedo evitarlo.
Creo que tuve un gran potencial como para rendir mucho mas de lo que di sin necesidad de tanta química, pero la escasez de recursos acabó con mi paciencia. Cada uno tiene su época y sus momentos de gloria y no debería sentir lo que siento ahora, pero no puedo evitarlo. Para nada lamento mi falta de seriedad en los entrenamientos que es donde realmente se consiguen los buenos resultados, pero ahora te das cuenta que había tanta miseria a nuestro alrededor que en fin no tengo palabras. Que nadie confunda mi decepción de hoy con lo feliz que era entonces, porque en realidad era un niño muy feliz.
Recuerdo un día en particular que nos pasaron una película de Mark Spitz, conocía sus proeza y me habría gustado a ser como el, pero no llegué a ello y pensé que era yo el único culpable. Algunos años mas tarde, después de haber dejado la natación y todavía viviendo en Cuba, pude ver nadar a Salnikov el primero en bajar de los 15 minutos en los 1.500 metros y pensé que podía haber llegado a hacer lo mismo, pero había abandonado la natación antes de tiempo. Hoy viendo a Phelps se que nunca habría conseguido sus tiempos en 200 y 400 libre que eran mi fuerte, pero no era solo culpa mía, sino también de la falta de recursos con la que nos entrenábamos. Siempre soñé con una final olímpica pero mis tiempos estaban muy lejos del nivel exigido.
En fin, son cosas que pasan y no tienen mas importancia que meras elucubraciones mías. Siempre que regresaba de alguna competición, volvía a casa con cinco o seis medallas de oro, eran mis años de gloria y creo que por muchos años que pasen, ellos siempre me acompañarán.

1 comentario:

Pelerinage dijo...

Brother

Lo mismo me pasó a mi cuando presencié los 200 y 400 metros combinados. Nosotros tuvimos nuestra pequeña gloria y al menos nos queda la satisfacción de haber practicado ese bello deporte.
Saludos desde Sarasota.