jueves, 17 de enero de 2008

un buen rato


Hace unos días vinieron unos amigos a visitarme a Andorra. Por la noche cenamos y al día siguiente fuimos a esquiar. Visto así no parece nada del otro mundo a no ser que seas un fanático del deporte de invierno y cada posibilidad de esquiar resulte una experiencia inolvidable. Durante la cena reímos muchísimo y al día siguiente hizo un tiempo inmejorable para la practica del esquí: cielo despejado, la nieve fantástica, un poco dura para mi gusto pero buena. En definitiva un día como otro cualquiera. Sin embargo hoy, pasado varias jornadas me siento a pensar y de verdad que fue maravilloso que pudieran venir, que por un día dejaran sus obligaciones, esas que tenemos todos: trabajo, familia, responsabilidades en general con tal de pasarlo bien aunque solo sea por un rato. Y personalmente creo que mereció la pena. Y es que en esta vida para estar bien a veces se necesita bien poco. No hablo de felicidad porque ser feliz es casi una categoría filosófica de la cual mucha gente a escrito. Insisto, hablo de pasarlo bien y si se quiere de estar bien con uno mismo. En el mundo de hoy, sobre todo el occidental, ese que llaman desarrollado, las personas se crean demasiadas necesidades, vivimos obsesionados por el dinero y la seguridad que trasmite el tenerlo; también nos preocupa el éxito ya sea a nivel global o personal. Ser la envidia de los que te rodean es como un grado de prestigio (¿?). La imagen, un buen cuerpo y llevar siempre ropa de marca, no son sinónimos de salud, pero es otra de las cuestiones que nos obsesiona. Podríamos seguir enumerando cosas pero me parece más útil reflexionar, que engordar esta lista de cosas que no nos dejan disfrutar de los pequeños momentos, instantes si se quiere, pero que nos hacen sentirnos bien.
Uno de mis amigos está recién llegado de un viaje por Asia. Lo primero que me dijo es que la gente tiene bien poco pero son mas felices que nosotros. Los asiáticos quizás no piensan así porque son ellos los que quisieran visitar nuestro mundo y disfrutar de cuanto disponen las grandes ciudades. Creo que el problema consiste en que mientras deseemos o aspiremos a disfrutar lo que tiene el otro no seremos capaces de apreciar de lo que somos dueños. Yo hace tiempo que deje de buscar la felicidad y lo único que pretendo o aspiro en esta vida es que cuando tenga la edad de mi madre (89 años) si llego, es que mis hijos me quieran la mitad de lo que yo quiero a mi madre ahora. Me gustaría verles de mayor con sus propias vidas encaminadas y saber que he cumplido con mi etapa en la tierra. No quiero mas, ahora son pequeños (9 y 5 años) les arropo y transmito todo el cariño que puedo y la educación necesaria
y el tiempo ya dirá si lo he hecho bien o no, pero mientras tanto, intento disfrutar de esos instantes que me ofrece la vida, vivirlos intensamente con ellos, con su madre o mis amigos.
Y el otro día de veras que me lo pase de vicio: el reencuentro, la cena, las risas, las historias, la nieve, el cielo, el aire, el frío..., fueron unas horas ni tan siquiera llegó a las 24 que marcan el día, pero fueron suficientes como para llenar los pulmones de optimismo y esperar a otra oportunidad que no sé cuando tendrá lugar, pero de seguro que cuando llegue ese instante, sabré reconocerlo y decir: que bien me siento....., ¿eres feliz? no los sé....
Cuando era pequeño mi madre me preguntaba por lo que iba a pedir a los reyes y yo le preguntaba ¿y tu qué pides? y siempre contestaba lo mismo: un saco de paciencia que me dure todo el año. Criar cinco hijos debe ser muy duro, pero si sabes distinguir y apreciar en toda su intensidad esos instantes que te ofrece la vida de bienestar, no cabe duda de que la propia vida se hace mas llevadera y a los 89 años podrás decir también: que bien me siento...., ¿eres feliz? si, ahora si lo soy.....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Maestro como yo te llamo y siempre te llamaré, porque en mi lacónica experiencia por este efímero camino que llamamos vida, he aprendido y aún tengo por aprender de tus inefables conocimientos, sabidurías y experiencias.
Debo decir; que como uno de los tres mosqueteros que tuvo la suerte de compartir esa velada contigo, me siento orgulloso de poder contar en mi minúsculo y reducido círculo de amistades con la tuya.
Debo añadir, ya que haces referencia a la felicidad, que me siento muy afortunado de poder decir, que he llegado a impregnarme de esa sensación tan difícil de hallar llamada “felicidad”
Una, en mi inaudito viaje por Asia y dos, el pasado día deleitándome tal y como comentas con las risas, la cena y las historias y con vuestras compañías.
Nada más quiero añadir estimado Maestro, sólo darte las gracias por enseñarme una vez más , y haciendo referencia a una cita de Antonio Gala, que” la felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante”
Fdo. Dr House.