lunes, 7 de enero de 2008
Andorra un país de los pirineos
desde hace aproximadamente ocho años, cada invierno me separo de mi mujer e hijos para venir a trabajar a Andorra por un periodo de tres meses y medio. Al principio era un cambio muy brusco, ahora es un uso común que aceptas como una etapa mas de tu vida. En este tiempo he ido descubriendo poco a poco el país: sus encantos y desencantos. El país es realmente pequeño, cubierto de montañas, lagos y pistas de esquí. Dispone de un centro termal obra de un arquitecto francés ideal para el relax y tratamientos varios. Pero Andorra destaca sobre todas las cosas por los deportes de invierno y las tiendas. Su población se calcula sobre unos 80 mil habitantes de los cuales andorranos son unos 20 mil y el resto es mano de obra procedente de Portugal, España y Francia. La visitan cada año cerca de 13 millones de personas, por lo que podemos afirmar que el país es rico, pues cada una de esas personas se dejan por lo menos de 300 a 500 euros cada uno en compras y demás. Pero en los últimos años, en los meses de enero, febrero y marzo se produce una invasión de rusos que si eres de aquellos que los sabes distinguir por el habla y la forma, tienes la sensacion de estar de visita en alguna ciudad de Rusia. Ayer mismo caminaba por el centro de la ciudad y la invasión era total. Los rusos celebraban su navidad según el viejo calendario y parecía que estaban todos e la calle. Costaba distinguir a alguien hablando en castellano o catalán que es la lengua oficial de país. Si entrabas en un centro comercial las dependientes si hablaban castellano pero el sonido del aire era básicamente en ruso. Todos ex-tabarichi porque ahora son gaspadin y madam y llevan los bolsillos llenos de fajos de 500 euros. Para los que estudiamos en la Unión Soviética y conocimos a los bolos de cerca el cambio es brutal. Esta claro que estos visitantes son una mínima parte del país ex-comunista y no constituyen una mayoría representativa, pero se les ve tan orgullosos, tan arrogantes que en fin como decía al principio llevo casi ocho años trabajando con ellos y todavía no me lo acabo de creer. Sus formas han cambiado, pero el contenido sigue siendo el mismo. Visten con ropas caras, sus mujeres destacan por su belleza, se depilan no apestan como antes pero siguen bebiendo vodka como kosakos y solo les gusta la comida de su país. Hay una nueva generación que viene abriéndose paso, desconocen lo que realmente fue el comunismo en ese país y se sienten tan occidentales como cualquier mortal de Europa, Asia o América del norte. Bueno eso es lo que ellos creen porque yo desde mi modesta opinión creo que siguen siendo tan arcaicos como los boyares que Pedro el grande tuvo que afeitar para modernizar el país en el siglo XVIII.
Pero en Andorra hay también una pequeña colonia de cubanos que trabajan y se han adaptados a las condiciones del clima como buenos cubanos que son. Tengo un amigo que dirije una cadena de tiendas de alquiler de esquí. Con el trabajan su hermano y otros conocidos y hay que ver como dominan todos los secretos del esquí, botas y tablas de snow. Simplemente han llegado y se han reciclado a lo que hay. Esquiar no los he visto, pero yo si esquío y un día que hacían una encuesta en una estación para saber la procedencia de los esquiadores cuando me toco el turno los encuestadores se quedaron helados nunca mejor dicho al saber que era cubano. No se cuantos cubanos regados por el mundo sabemos esquiar yo al menos me he titulado campeón nacional del deporte de invierno. Se que no soy el único porque un amigo de viaje por el Canadá profundo se encontró con otro cubano que llevaba un trineo con perros como si fuera lo que hubiera hecho toda su vida.
En Cuba el cambio esta relativamente cerca, espero que nuestra capacidad de adaptación nos sirva para ser mejores cambiando no solo las formas sino también los contenidos de nuestras almas.
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